El miércoles día 31 de agosto a las 22.30 horas comenzaba nuestro nuevo reto, el Camino Primitivo que nos llevaría desde Oviedo hasta Santiago de Compostela.
Tras una larga noche de viaje llegamos a Oviedo antes de las ocho de la mañana.
Oviedo es una ciudad tranquila, donde no sólo edificios y calles reflejan su elegancia sino también sus gentes. El casco antigüo es casi todo peatonal por lo que pasear por sus calles se convierte en un verdadero placer. Está lleno de plazas con encanto y estatuas por lo que hay infinidad de rincones para fotografiar.
Nos sorprendió el silencio que se puede generar cuando los semáforos paran el tráfico. Ves que la gente va de un lado para otro en silencio o hablando en voz tan baja que sus palabras sólo ocupan el espacio auditivo de sus contertulios, no invaden el de los demás. Muy diferente a las ciudades del sur
Nos quedamos en el Hotel Ovetense ,en el mismo centro. A cincuenta metros de la plaza y cien de la catedral. Precio/calidad bien, sin lujos, pero el sitio ya merecía pagar los 42 euros que nos costó la habitación. Nos recogieron las bicis y las alforjas a las ocho de la mañana en un pequeño almacén que olía muchísimo a sidra, a mis ortlied no se les quitó el olor ya en todo el camino aunque las limpiamos.
Oviedo nos resultó una ciudad cara.